ROMA, Italia.- En sus ocho años de papado, Benedicto XVI tuvo que afrontar alguno de los mayores escándalos de la Iglesia Católica: las miles de denuncias de sacerdotes pedófilos que se conocieron en el último año, y la filtración de documentos confidenciales a manos de su mayordomo, Paolo Gabriele, quien fue condenado a 18 meses de prisión, y luego indultado por el propio Pontífice.

Desde 2010, y hasta el año pasado, se difundieron numerosos casos de acusaciones vinculadas a sacerdotes pederastas. En Estados Unidos, y en algunos países de Europa como España y Bélgica, se presentaron acusaciones formales por abusos sexuales de religiosos, sobre todo a niños, así como el encubrimiento por parte de la Iglesia.

La presión social y de la prensa, obligaron a Benedicto XVI a ponerse firme y a pedir perdón por los abusos. También solicitó castigo legal para los sacerdotes pederastas y convocó a los miembros del Colegio Cardenalicio para debatir sobre este asunto. De esa asamblea surgió una guía con normas que las autoridades de la Iglesia deben seguir para actuar contra estas practicas.

Documentos filtrados
El robo de documentos secretos por parte del mayordomo del Santo Padre sacudió al Vaticano en 2012, y sacó a relucir las disputas internas de poder en el interior de la Santa Sede. El asistente del Papa, apodado "El cuervo", fue quien filtró los archivos reservados. Como resultado de la investigación, Gabriele fue enjuiciado y luego condenado a 18 años de prisión.

Una cadena de televisión italiana publicó cartas enviadas a Benedicto XVI por el nuncio en Estados Unidos, y ex secretario general del Governatorato del Vaticano, Carlo Maria Viganó,  en las que denunciaba que había corrupción en la Santa Sede.

Durante el juicio, el mayordomo dijo que actuó "por amor hacia la Iglesia y hacia el Papa", y afirmó que no era un ladrón. Además, señaló que el "desconcierto que veía en el Vaticano y la corrupción en la Iglesia", fue lo que lo animó a revelar los archivos. Finalmente, dos días antes de la Nochebuena, Benedicto XVI lo indultó y, en la celda donde cumplía su pena fue a perdonarlo personalmente. Luego, el Gabriele fue, finalmente, excarcelado. LA GACETA


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